En una definición cargada de dramatismo y simbolismo, Estudiantes de La Plata se alzó con el título del torneo de la AFA. Fue una final no apta para cardíacos que, tras un empate 1 a 1 que persistió durante el tiempo reglamentario y el alargue, debió resolverse en la lotería de los penales.
El trámite del partido fue de alto voltaje, con dominio alternado y nervios de acero. Racing golpeó primero a los 36 minutos del segundo tiempo, capitalizando un error en el fondo “Pincha” para concretar una de las pocas chances claras de esa etapa. Sin embargo, cuando el reloj apremiaba y la derrota parecía sentenciada, Estudiantes sacó a relucir su mística: en el minuto 47, un centro preciso encontró la cabeza de Guido Carrillo, quien decretó el empate agónico que forzó la prórroga.
El tiempo suplementario evidenció el desgaste de la batalla. Con las piernas pesadas y el miedo a perder ganando terreno, ambos equipos bajaron la intensidad y priorizaron el orden táctico, empujando el destino inevitablemente hacia la definición desde los doce pasos. Allí, Estudiantes tuvo mayor puntería y carácter, imponiéndose por 5 a 4 para desatar la euforia de sus hinchas y sumar una nueva estrella en una final inolvidable.
Pero el campeonato tiene una lectura que excede lo que ocurrió en el césped. Juan Sebastián Verón, presidente del club, debió sufrir y festejar desde la tribuna, cumpliendo una sanción de la AFA que le prohíbe el acceso a zonas protocolares. Aún marginado de la foto oficial, las cámaras lo captaron celebrando con furia cada instancia decisiva.
La consagración de Estudiantes ocurre en el punto de máxima tensión política entre Verón y la cúpula de la AFA, liderada por Claudio “Chiqui” Tapia y su vicepresidente, Pablo Toviggino. El enfrentamiento es total: cruces públicos, sanciones y una disputa ideológica sobre el futuro del fútbol argentino marcan una relación que hoy parece irreconciliable.
El contexto no podría ser más complejo para la dirigencia de la calle Viamonte. El triunfo del club “rebelde” llega en una semana crítica para la AFA, sacudida por investigaciones judiciales activas por presuntas irregularidades que salpican al entorno de Tapia. En este escenario, la victoria del equipo de Verón adquiere un peso político ineludible, cerrando una jornada donde el fútbol, la pasión y las disputas de poder se jugaron en la misma cancha.



