Una concentración ciudadana convocada en el barrio Alto Comedero para exigir justicia por la muerte de Juan Segovia, un joven de 15 años asesinado durante la madrugada del sábado por dos menores de edad, se transformó en una jornada de caos y violencia que dejó un saldo alarmante para las fuerzas del orden.
Lo que comenzó como una manifestación pacífica con la participación de allegados, residentes y compañeros de la víctima rápidamente escaló hacia enfrentamientos cuando un sector de los asistentes, mayoritariamente adolescentes, inició una serie de provocaciones contra los uniformados mediante insultos y el lanzamiento de objetos. La tensión se intensificó cuando los agentes intentaron controlar la situación dispersando a los manifestantes, generando un clima de confrontación directa en las calles del barrio.
Durante los disturbios, efectivos policiales sufrieron agresiones físicas. En uno de los episodios más graves, un cabo fue atacado por múltiples personas que aprovecharon un forcejeo para despojarle de su arma de servicio, una pistola Browning de 9 milímetros. Este robo de armamento reglamentario representa un riesgo adicional para la seguridad pública de la zona.
El balance de la jornada incluye cuatro miembros de la fuerza policial lesionados y dos individuos capturados. El Ministerio Público de la Acusación asumió la investigación de los hechos violentos y el hurto del arma, encomendando el caso a la Brigada de Investigaciones. Según información que circula, mediante el análisis de registros de cámaras de vigilancia privadas, material audiovisual compartido en plataformas digitales y declaraciones de testigos, ya se habrían identificado a los responsables del robo del arma.
Respecto al caso que originó la marcha, los dos menores acusados del homicidio de Juan Segovia —una adolescente de 15 años y un varón de 16— permanecen bajo custodia judicial en espera de que se resuelva su situación legal. Las autoridades continúan trabajando en el esclarecimiento de los hechos que culminaron con la muerte del joven.
Este episodio de violencia refleja la creciente tensión que atraviesa la comunidad de Alto Comedero tras el crimen del adolescente. La urgencia de que los investigadores avancen en sus pesquisas se vuelve cada vez más evidente, considerando la necesidad de garantizar reparación para la familia de la víctima y recuperar la paz en el territorio afectado.
Las autoridades municipales y provinciales enfrentan el desafío de restaurar la confianza en la seguridad pública mientras se desarrollan las investigaciones sobre ambos hechos: el homicidio inicial y los incidentes posteriores que pusieron en riesgo la integridad física de los efectivos policiales.



